Mi interés hacia la fotografía comenzó como terapia. A raíz de un accidente de tráfico en 1990, sufro una lesión medular que me afecta principalemente, al lado derecho de mi cuerpo (la mano derecha apenas me responde y necesito una muleta para desplazarme).En mayo de 2002, cuando en la Fundación del lesionado medular, a la que acudía a hacer rehailitación, se creó un taller de audiovisuales. Entonces, pedí una cámara prestada y comencé a hacer fotos. De ahí surge mi afición; los compañeros me animaron bastante, diciéndome que hacía buenas fotos, y me apliqué en ello.
La discapacidad que padezco, me supone un sinfín de inconvenientes para disparar la cámara: Hay infinidad de fotografías que no puedo tomar por el ángulo, el equilibrio, la velocidad, la accesibilidad al escenario, el peso del equipo (el llevar un trípode es muy complicado para mí), etc. Además, la mayoría de las cámaras están preparadas para diestros y su configuración, sobre todo en las cámaras digitales, suele estar basada en una combinación de teclas o botones que para mí, es imposible su manejo.
Para compensar estas carencias intento buscar encuadres diferentes, poco habituales. Mi necesidad de mirar el lugar donde piso (para evitar tropiezos), me permite ver detalles que generalmente pasan desapercibidos. Me fascinan los reflejos y las sombras y las distorsiones de la realidad que producen. Es casi como una obsesión y siempre que salgo, como dice mi amiga Adela, a “pillar imágenes”, suelo encontrar fotos con esta temática.
Eloy Uriarte